Allí donde empieza el vórtice
Serie Grupo de investigación BELLUS I
Editorial: Highway ediciones acotadas
Editorial: Highway ediciones acotadas
Género: romántico, erótico, viajes en el tiempo, física atómica, física cuántica.
Páginas: 348
Cubierta: Rústica con un leve toque a terciopelo que recuerda la pelusilla que anticipa el encuentro con un enorme, grueso e inabarcable p...
Precio: 16,95 €
Páginas: 348
Cubierta: Rústica con un leve toque a terciopelo que recuerda la pelusilla que anticipa el encuentro con un enorme, grueso e inabarcable p...
Precio: 16,95 €
Joshua es un sexy y tatuado físico atómico con fama de chico malo entre el Grupo de investigación BELLUS, una organización secreta que investiga extraños fenómenos físicos y atómicos en la costa este. Atormentado por su último fracaso (lo que parecía un misterio atómico se rebeló como un misterio celular trayendo consigo oprobio y vergüenza) navega sin investigar mucho de aquí para allá hasta que en una exposición de arte mesopotamío quedará prendado de una hermosa muchacha que camina siempre con las rodillas juntas.
Rachel parece tenerlo todo. Es joven, bonita y de estupenda figura a pesar de alimentarse solo de bebidas azucaradas, comida basura y pasteles de chocolate ultracalórico. Tiene un trabajo envidiable como relaciones públicas de la única clínica para adictos a la manicura de la costa este, un bonito apartamento de renta antigua en la zona histórica de Boston, Mississipi, un puñado de buenas amigas y una familia que la quiere. Parece tenerlo todo, pero no es feliz. No ha conocido el amor en toda su vida. Y no porque ella no quiera enamorarse, que quiere, si no por ese vórtice temporal que tiene entre las piernas que ha absorbido a todo aquel que se ha acercado a ella.
Cuando se conocen saltan las chispas y el amor. Joshua siente que es la mujer de su vida y la investigación que necesita para volver a ser coronado como Físico del mes. Rachel está convencida que es el hombre que ha estado esperado y el único que podrá resolver su extraña condición de portal dimensional. ¿Se atreverán Rachel y Joshua a vivir su amor sin importarles las consecuencias cuánticas? ¿Se abrirá de una vez por todas Rachel al amor y se atreverá Joshua a penetrar donde ningún hombre ha entrado?
Reseña
Allí donde empieza el vórtice es una de las primeras novelas de Claudia del Moral y quizá una de las más desconocidas. En parte se debe a que el género de ciencia ficción hard que Claudia practica en esta historia no es muy popular y en parte al boicot que científicos y aficionados al género le hiciero a esta novela. ¡Cómo consentir que una neófita de diecinueve años reventará los límites del género! Aunque en el momento de su publicación fue recibida con aplausos y comentarios de elogio (solo hay que recordar la reseña que se le hizo en la Isaac Asimov's Magazine donde se la describía con adjetivos como "fascinante", "arrolladora", "exigente" y "muy cachonda"), al poco las mismas voces que la aclamaban, empezaron a hacerle duras críticas.
"Una novela ridícula donde se habla de vórtices temporales, pero en realidad son vórtices dimensionales", Frank J. Delamare.
"Inmoral, nihilista y con posturas imposibles. ¡Dónde se ha visto que la mujer pueda ponerse encima", Franz Putermayer.
"Larga, absurda y llena de jerga técnica. Cuando creía que la había escrito un agradable sesentón era una historia simpática, pero al descubrir que la autora es mujer y tiene diecinueve años resulta de mal gusto e inmoral", Peter Chapellier.
A pesar de las buenas ventas y esas primeras y entusiastas críticas, la novela pronto dejó de estar en las librerías por culpa de un editor perezoso y el boicot que sufrió nuestra autora. De forma inexplicable, la novela no recibió ninguna nominación ni al Locus, al Pocus o al Hocus. Ni Nebula, World Scientest Prize o Sexi Atomic Review.
Estas y otras críticas acabaron afectado a Claudia y acabó abandonando el proyecto de la serie Grupo de investigación BELLUS cayendo en un silencio de tres semanas que le hicieron plantearse muy seriamente dejar la literatura. Por suerte un grupo de entusiastas lectores capitaneados por Tom Jackson, editor del influente fanzine de ciencia ficción y fantasía "Desde el sótano de mi madre", sí supieron ver todas la virtudes que hace gala Allí donde empieza el vórtice y le dieron una segunda vida a la novela.
Fotocopias, multicopistas, lecturas en bibliotecas, parques públicos o guarderías hicieron que el nombre de Claudia del Moral empezara a ser conocido en el universo underground de la literatura científica erótica. ¿Qué vieron esos jóvenes lectores en la novela? ¿Por qué de boicot pasó a la reivindicación? Cualquiera que haya leído Allí donde empieza el vórtice lo sabe.
No es una de las mejores novelas de Claudia (demasiado corta, excesivamente descriptiva y con unas páginas donde se exige de un conocimiento del arameo que no todo los lectores tienen), pero sí una de las más interesantes en su etapa de juventud cuando aun no se había atrevido a realizar sus famosas trilogías en varios volúmenes. Rachel y Joshua pueden considerarse los primeros héroes propiamente claudianios. Sexis, duros, fuertes, apasionados, flexibles, densos, polémicos. La dramática historia del vórtice vaginal de Rachel y los esfuerzos de Joshua por dominarlo y no verse arrastrado por él consigue emocionar al lector que busca los placeres de la lectura erótica, la romántica o la científica.
Aunque Joshua resulta algo unidimensional en su papel de apasionado científico con tableta de chocolate que quiere ir más allá, Rachel en cambio se rebela como la primera gran heroína del universo de Claudia y de una enorme complejidad. Una mujer que quiere amar y ser amada, pero no puede por miedo a enviar a su amado a una dimensión / tiempo / espacio diferente.
Escenas como "su primera vez" donde asiste horrorizada como su noviete desaparece entre sus piernas o la pérdida del dildo industrial llevan al lector a un lugar donde la literatura hasta ese momento no se había atrevido llegar. Y todo escrito con un estilo preciso, ajustado, por momentos recordando al "erotic hard boiled" que autores como Mary Andrews, Hugh Verve o Mariam Larssen practicaron en los años treinta y por los que Claudia siempre ha sentido una tremenda admiración.
Allí donde empieza el vórtice es la más interesante novela de la primera etapa de Claudia del Moral y de lectura obligada para cualquier claudista que quiera asistir al germen de una enorme escritora. Y aunque no estamos ante Manguerazos de pasión o Amor cornudo, esta novela sigue siendo una viaje apasionante y apasionado por la ciencia, el sexo y el amor. Un libro donde la física cuántica, los miembros gruesos y los pechos orgullosos se funden en una misma apasionante historia. Una novela que demuestra que la física atómica puede ser tan sexi como un profesor estricto o una agente secreta con un pasado tortuoso y ganas de marcha. Porque una novela primeriza de Claudia del Moral es una obra maestra para escritores como Tolstoi o Melville.
Rachel se tumbó en la cama. No podía quitarse de la mente los ojos negros de Joshua ni su voz cuando le dijo, "solo quiero tomar unas muestras gravitacionales, no se preocupe". El recuerdo de los graves de su voz hizo que le temblara el bajo vientre y sintió el irrefrenable impulso de empezar a acariciarse.
Hacía años que no se tocaba tan abajo, incluso al ducharse solía esquivar esa parte, pero esa tarde, sola, desnuda, con el calor de agosto lamiendo sus pechos, dejó que sus dedos se deslizaran entre el vello de su pubis y abrieran unos labios que aun aguardaban un primer beso. Fue como activar un reactor nuclear. Las caricias se hicieron más intensas mientras deslizaba los dedos por los pliegues hasta que fisionó su clitoris y sintió que el mundo estallaba a su alrededor. Un placer como jamás había sentido y el nombre de Joshua que se escapaba de sus labios... de ambos labios.
Entonces, en el silencio que precede al placer, oyó una respiración que venía de entre sus piernas y notó que algo acariciaba con lascivia uno de los dedos que aun permanecía dentro.
Allí donde empieza el vórtice, capítulo 6
- Los resultados de la tomografía computerizada no son concluyentes.
- ¿Qué quieres decir? - preguntó nervioso Frank.
- Que no puedo afirmar que sea un espacio psicomótrico adyacente.
- ¿Estás seguro?
- ¿Lo estarías tú?
Joshua dejó que el silencio se adueñara del laboratorio. Aquella mañana todo estaba saliendo mal. Ninguna de las pruebas que le habían hecho a Rachel les aportaba nueva información y la dirección del instituto les había dicho que estaban pensando en suspender la beca de investigación.
Al final, fue la voz de Rachel la que rompió el tenso silencio.
- ¿Tardaréis mucho en sacarme la sonda? Me empiezan a doler las piernas.
Allí donde empieza el vórtice, capítulo 11
- No puedo dejar que lo hagas - suplicó Rachel.
- Tengo que hacerlo.
- Pero podrías no volver. No quiero perderte.
- No me perderás - Joshua tomó entre sus manos la cabeza de Rachel. Era tan hermosa. - Volveré a ti. Siempre volveré.
Se besaron. Fue como el encuentro de dos electrones errantes que consiguen retomar el camino a casa. Rachel empezó a desabrochar el pantalón de Joshua y tomó con cuidado entre sus manos su grueso y pesado pene. No quería partirse otra vez una uña. Lo empezó a acariciar mientras sentía como una humedad que podría acabar con unos cuantos pueblos pesqueros empezaba a deslizarse entre sus piernas.
- Te quiero.
- Yo también te quiero, Rachel.
- Entra en mí, Joshua - y lo condujo al vórtice tras volver a comprobar la cuerda de seguridad.
Allí donde empieza el vórtice, capítulo 26